Recensioni / Il mostro e la fanciulla. Le riscritture di Arianna e del Minotauro nel Novecento

La editorial italiana Quodlibet, siguiendo “su camino hacia cualquier parte”, en busca de lo inédito y actual, sigue apostando por las publicaciones de estudios de investigación en la sección de su catálogo Quodlibet Studio. Este año 2017 presenta como novedad, en la colección temática Lettere, el volumen Il mostro e la fanciulla. Le riscritture di Arianna e del Minotauro nel Novecento de la Dra. Amaranta Sbardella (autora de numerosos estudios sobre la reescritura de los mitos griegos y sobre las literaturas del ámbito ibérico). El libro indaga en la suerte de Ariadna y el Minotauro en la literatura de los siglos XX y XXI. Se trata de un minucioso trabajo de investigación de la reescritura del mito en la línea del comparatismo (con cita de Claudio Guillén incluida) que, desde una perspectiva sincrónica, abarca distintos campos y lenguas. La intención de la autora es la de trazar un mapa lo más exhaustivo posible de las obras más y menos famosas sobre el mito. El trabajo trata de incluir, además, las últimas producciones de los hermanastros cretenses en un amplio número de idiomas y culturas como la española, catalana, francesa, neo-greca, rusa, canadiense o argentina.
El recorrido por la civilización minoica comienza una vez superado el prefacio-laberinto, (A la búsqueda de un hilo). A partir de ahí y asidos del cabo del hilo rojo de Ariadna arribamos, cual Teseo a la isla de Creta, a la primera parte del libro así titulada: El desembarco. Es aquí donde la autora establece el “érase una vez” de los cuentos griegos y nos presenta a los principales protagonistas del mito que han seducido a artistas de toda época y cultura. Ariadna es la princesa hija del rey Minos y Pasífae. Es también hermana de Fedra y hermanastra de Asterio o Asterión, el Minotauro. Este monstruo con cuerpo de hombre y cabeza de toro es el fruto de la pasión transgresora de Pasífae con el toro sagrado que Minos debió ofrecer en sacrificio a Posidón. La vergüenza de la familia real se esconde en un palacio que el padrastro encarga construir al arquitecto Dédalo. El palacio de Cnosos de la doble hacha es concebido como un laberinto oscuro, a imitación de las cavernas y grutas de la propia isla, y su salida solo la conoce el propio Dédalo. En esta prisión incondicional habita recluido el Minotauro, a quien se le ofrece en sacrificio cada nueve años (las variantes del mito barajan distintas cifras) siete jóvenes varones y otras tantas doncellas de la ciudad de Atenas. El héroe de Ática, Teseo, se ofrece como pasto para el monstruo, pero gracias a la ayuda de una Ariadna enamorada y al ovillo de hilo que entrega al héroe y que este va devanando, consigue salir y matar a la bestia. Existe la versión de una corona luminosa, regalo de Dioniso, que habría iluminado el camino a Teseo en el oscuro laberinto. Teseo escapa de Creta con Ariadna y los jóvenes atenienses salvados en la proeza, pero de nuevo las variantes del mito presentan distintos finales para la joven cretense. Uno sería el de la Ariadna triunfante quien, tras ser abandonada por Teseo en la isla de Naxos, se casa con el dios Dioniso y la lleva al Olimpo. Tras una vida plena y habiendo ofrecido al dios una numerosa prole, vuela hacia el cielo y forma la constelación de la Corona Boreal. Otra tradición muestra una Ariadna desconsolada por una pasión del todo humana, que muere por las flechas de la diosa Ártemis bajo la orden de Dioniso en la isla de Día, (a la que se ha identificado después con la isla de Naxos).
Amaranta Sbardella expone de manera diacrónica las reescrituras del mito, desde Homero a las publicaciones más recientes. En ese proceso se analizan los fenómenos que determinan el interés por Ariadna y el Minotauro y el valor que el propio mito ha adquirido en el tiempo. El pormenorizado análisis de la autora deja ver la innumerables fuentes literarias e iconográficas citadas en el libro, desde Plutarco, Eurípides, Sófocles, Catullo, Ovidio, Apolonio de Rodas o Propercio, a la decoración de Vaso François (570 a.C), las villas romanas en Pompeya, como la Villa de los Misterios, la Casa del Criptopórtico, la Casa del Centenario o la Casa de los Vettii donde descansan los frescos de Ariadna y Baco. El mito llega a la Antigüedad tardía y a la Edad Media para adaptarse y reinterpretarse con el Cristianismo. De Prudenzio a la saga del Ovide Moralisé y frente a este, unos años después el Ovidius Moralizatus de Pierrae Bersuire en el s. XIV. De forma un tanto interrumpida distintos autores dedican atención a la figura de Ariadna: Boccaccio, Guillaume da Machaut, G. Chaucer, J. Gower, Poliziano y Lorenzo de Medici. En el campo pictórico Dosso Dossi y Tiziano presentan el mito del triunfo del amor entre la princesa y el dios “nacido dos veces”. Los frescos de ambos artistas decoran el Camerino d’Alabastro del palacio de Alfonso I d’Este en Ferrara.
En este recorrido, siempre tirando del hilo rojo, llegamos a los pilares del Laberinto en el siglo XX. La autora realiza una digresión en torno al mito, que de mythos se convierte en logos; de esta manera el mito se toma como reescritura e influencia intertextual: el corpus como Tradición y/o memoria, el autor y el tiempo como coyuntura histórico-política.
La investigadora italiana nos dibuja los cuatro factores influyentes en la visión del Laberinto: el primero lo conformaría la aportación de la figura de Nietzsche en su Ecce Homo. A la sombra del filósofo alemán están las obras Kouros de Nikos Kazantzakis y Qui n’a pas son Minotaure de Marguerite Yourcenar. La influencia de Nietzsche en el artista De Chirico, veinte años después, se verá reflejada en su serie de telas dedicadas a Ariadna. De igual manera la visión de la princesa como galaxia inspira a Picasso en su proceso creativo. El segundo principio considerable sería el Surrealismo que, con su carga psicoanalítica e impulso erótico muestra su interés hacia quien hasta hace muy poco ha sido un monstruo privo de sensibilidad e indulgencia. El primer tentativo en esa dirección lo hizo el artista George Frederic Watts en 1896 con The Minotaur. Esta obra parece que fue la inspiradora de La casa de Asterión en El Aleph de Jorge Luis Borges. Es bien sabido que el Laberinto es la clave temática de la obra del escritor argentino y un lugar común que la crítica ha repetido en exceso. En esta línea también Cortázar y Friedrich Dürrenmatt intentan dar la voz y la palabra, así como la bendición, a la criatura híbrida. Los conceptos de Dioniso (el dios) y el Minotauro (el monstruo) se rediseñan en la época contemporánea. El tercer factor destacado del laberinto en el siglo XX es el que conforman la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Civil Española, que ponen en evidencia la tragedia de un laberinto deforme y salvaje. En definitiva, son muchos los artistas cuyas obras vuelven una y otra vez al Laberinto, Ariadna y Teseo: Salvador Spriu, Pablo Picasso o André Masson. El Minotauro se plasma con todas las transformaciones posibles en las obras de Matisse, Bores, Masson, Picasso, Dalí, Derain, Ernst, Magritte o Rivera. En cuanto a la revalorización de la figura de Dioniso destacan las aportaciones del simbolismo ruso en su conjunto, donde el dios de las Artes y de la embriaguez creativa invade el ambiente intelectual petersburgués. Por último, el cuarto factor que puede incluirse en la percepción del laberinto es el descubrimiento del Palacio de Cnosos por sir Arthur Evans, que marca el inicio del redescubrimiento de los orígenes de la civilización minoica y el consiguiente cronotopo minoico.
En la segunda parte del libro nos encontramos Ante las puertas del Laberinto, de la Isla y del cielo. Desde cada uno de estos umbrales la autora analiza de manera más detallada obras y autores ya citados: Salvador Espriu, Nikos Kazantzakis y Los reyes de Julio Cortázar. Asimismo son tema de estudio la relectura del mito de Teseo en la obra de André Gide, en la que el héroe se perfila como testamento autobiográfico y Bildungsroman. El gran acierto de este trabajo es el de incluir las obras de la poetisa rusa Marina Cvetaeva y la escritora belga Marguerite Yourcenar. Los versos de la poetisa rusa sirven como citas de apertura a las distintas partes de este volumen. Desde la Introducción, las palabras de Cvetaeva sugieren lo trágico del Arte y la autoridad divina que decide la suerte de los mortales. La escritora rusa muestra a la princesa cretense como compañera celeste del dios Dioniso, desde la melodía y la predicción del futuro. Marguerite Yourcenar coloca en la escena del mito a los deportados de la Segunda Guerra Mundial. La escritora da voz a la mitología en el teatro, donde concibe las dicotomías de las distintas instancias de los personajes: Ariadna y Fedra, en un tentativo de lenguaje universal que se renueva constantemente. Asistimos en este último umbral al progresivo crepúsculo de los dioses.
El recorrido por la obra de Amaranta Sbardella termina con la idea de la autora de que, en efecto, la mitopoiesis continúa y el laberinto de Dédalo se extiende en la realidad artificial, sin límites espacio temporales. El hombre actual, según Marco Maria Sambo «vaga errando en el laberinto de la realidad virtual de los videojuegos.» Asistimos a la transformación del laberinto y de su criatura en nuevos lenguajes que se revisten de distintos significados. Minotauro como marca en muchos sectores del entretenimiento. Sin haber triunfado del todo en el cine, sí lo ha hecho en el sector de los juegos electrónicos. Su presencia en centenares de títulos anima al jugador a transformarlo a su antojo, bien como víctima o como justiciero. Las novelas negras adoptan también al enemigo polimorfo o su figura se extiende en el ensayo El Minotauro Global, de Yanis Varoufakis. El economista ve en la caída de la bestia estadounidense la estela de crisis económica y política que nos asiste a nivel mundial.
Sin duda, el imaginario de la princesa cretense y de los personajes del laberinto han servido como pretexto para la reelaboración del mito clásico. Sus secuaces lo utilizan a lo largo del tiempo para reflexionar acerca de un determinado tipo de amor, de mundo y de misterio. Cuando parece que ya se ha dicho todo de los hermanastros cretenses, de la prisión laberíntica, del héroe ateniense y del dios “nacido dos veces”, surge este exhaustivo trabajo, único a la hora de mostrar desde el siglo XX las últimas elaboraciones del mito en un amplio abanico de idiomas y culturas. Esa es la gran aportación de Il mostro e la fanciulla. Le riscritture di Arianna e del Minotauro nel Novecento de la investigadora italiana Amaranta Sbardella. La hipótesis que plantea la autora desde la introducción, si los personajes permanecerán inmutables en la tradición o se adaptarán a los complicados y nuevos tiempos, es el punto de partida para elaborar una metodología brillante. Es este un libro interesante y necesario para recuperar el impacto del mito en las Humanidades, para seguir reelaborándolo, ya que para los críticos y curiosos del mismo no se ha apagado todavía el apetito por los laberintos, héroes y doncellas. El hilo rojo de Ariadna se desliza sobre la eternidad del Arte, recorre poemas, películas, videojuegos, lienzos y partituras. Se enreda en las danzas espirales que imitan a los laberintos. En ese ámbito pictórico y musical cabe destacar la minuciosa aportación que realiza la autora en el apéndice de este trabajo: Croce e Delizia: Arianna in música da Monteverdi a Martinů. Sbardella analiza la fortuna del mito de la princesa en la ópera, desde Monteverdi hasta hoy. Si bien en el ámbito literario el mito resurge a partir del siglo XX tras siglos de callada presencia, en el campo musical y pictórico marca una considerable evolución desde finales del Renacimiento. La recopilación de la completa producción musical sobre el mito desde la época barroca hasta nuestros días constituye un esfuerzo casi titánico por parte de Sbardella. El objeto de análisis a considerar es el libreto, por los innumerables puntos de contacto entre la partitura musical y el texto literario. La autora enumera los numerosos artistas que eligen representar los mitemas del abandono y del encuentro con el dios Baco-Líber. La fortuna del mito nace, según Sbardella, del célebre Lamento incluido en la Ariadna de Claudio Monteverdi y Ottavio Rinuccini, que sirve de inspiración a la mayor parte de la producción barroca. Posteriormente Händel y Nicola Porpora llevan a Ariadna a las compañías Royal Academy of Music y la ópera of the Nobility. Más tarde aparece Haydn y su cantata Ariadna en Naxos. En el siglo XX Jules Massenet y Richard Strauss recrean a la princesa, este último con el libreto de Hugo von Hofmannsthal. Darius Milhaud presenta otra visión de la heroína en una sofisticada opéra-minute con libreto de Henri Hoppenot. La última ópera sobre Ariadna es la poco conocida Ariane de Bohuslav Martinů, compuesta por el autor checo poco antes de morir de cáncer. Su Ariadna es la que reconoce en la Camerata de’ Bardi, inspiradora del dolor y de los afectos.
En resumen, este admirable estudio plantea cómo los relatos memorables y tradicionales de las actuaciones de unos personajes extraordinarios en un tiempo prestigioso y lejano (definición académica del mito de Carlos García Gual), recorren siglos de tradición literaria y artística. De la mano de Picasso, Cvetaeva o Martinů nos guiamos en el rito de la danza laberíntica hasta llegar a la playa de Naxos. Una vez allí y antes de yacer para siempre o de ascender a las estrellas, Sbardella nos invita a seguir viajando en este nuevo siglo por senderos desconocidos, a superar todo tipo de obstáculos para iniciarnos y enredarnos en la escritura y en las artes. Sólo así seremos capaces de descubrir y afianzar nuestra personalidad, de contemplar la alteridad y de dudar de la crisis de la palabra. Mientras la arena siga fluyendo como clepsidra, tendremos la oportunidad de escapar del terrible desierto, aunque nos veamos inmersos en el laberinto de la sociedad, de nuestra propia mente y del hombre en cada uno de sus aspectos. Este estudio comparado solo podrá ampliarse en la medida en que todos los Dédalos construyan sus nuevas creaciones. Disfrutemos mientras tanto en la espera, de la deliciosa obra de esta autora italiana.

Universidad Complutense de Madrid
María Luisa Menéndez Flores
mluimene@ucm.es
http://ucm.academia.edu/MARÍALUISAMENÉNDEZFLORES